Branquias Johnson

El one-trash-band definitivo “Soy el más inútil de toda la galaxia, porque me lo he propuesto…. Y lo conseguiré”. He aquí la quintaesencia del one man band pringado de alcohol, gomina y nicotina. Lo de Branquias Johnson es una invitación al desparrame a altas horas de la noche, supurando en el bar y a puertas cerradas las consecuencias de haber pasado años devorando viejos singles de rabioso rockabilly y rock lo-fi y garaje peleón. Del blues retro y minimalista de Bog Log III al punk-pop callejero y peleón de The Trashmen o The Ramones, el rosario de conexiones bastardas que desprende el malagueño rememora toda la mugre de un Hasikl Adkins petado y beodo en mitad de una barbacoa de votantes de Vox. Con una innata capacidad para fabricar pequeños himnos coreables que se clavan en la memoria, Johnson es sin duda el mayor genio que ha dado el punk andaluz de la última década. Su tremenda personalidad, su habilidad para llevarse al público al bolsillo y el descaro con el que lima con furia la impericia instrumental de la que hace gala convierten al rondeño en una descacharrante maravilla de la naturaleza animal.

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